jueves, 15 de abril de 2021

Comprensión Lectora

L2

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Feliz Inicio de semana, comenzando el tercer momento con mucho entusiasmo y llenos de expectativas para lograr el termino de este año escolar con éxito.


LIBROSBYALISON29


Comprensión Lectora Semana del 12-04-2021  al

 16-04-2021

Lectura del Estudiante, respetando los signos de puntuación y entonación. Luego en su cuaderno, contestará las actividades de comprensión lectora.

Lunes  12-04-2021

Lectura: “Las ardillas y el móvil”

 


¿Venís a jugar? - preguntó la ardilla Cascabel a sus amigos Cati y Link.

- No gracias, preferimos ver otro vídeo.

- ¡Os pasáis el día pegados a las pantallas!- les recriminó la ardillita. Y Cascabel tenía razón: desde que Cati y Link aprendieron a usar los móviles que se olvidaban los excursionistas, ya no hacían otra cosa que navegar por internet. Poco a poco, iban perdiendo habilidades y como comían muchas avellanas y apenas se movían, cada vez estaban más gordas.

Sólo Cascabel siguió trepando por las coníferas, ensayando saltos y acrobacias y manteniéndose en forma.

Un día, mientras Cati y Link estaban mirando el móvil apareció una serpiente negra y amarilla que se empezó a deslizar sigilosamente cerca de ellos, sin que se dieran cuenta.

Cascabel, que veía la escena desde lo alto, avisó a sus amigos con un grito: ¡cuidado!, pero ellos estaban tan torpes, que tardaban mucho en moverse.

- ¡Oh no, los va a atacar!- exclamó Cascabel, y bajó todo lo rápido que pudo para intentar distraer a la serpiente. El reptil se fijó en ella y empezó a perseguirla, así Cati y Link pudieron ponerse a salvo.

Cuando Cascabel hubo alejado a la serpiente muy lejos del bosque, volvió junto a sus amigos.

- ¡Qué susto tan grande!- dijeron Cati y Link al unísono- ¡Si no llegas a intervenir nos habría atacado! ¡Y todo por estar jugando con el teléfono!

Las ardillas aprendieron esta lección: Que no te distraigan las pantallas de tus obligaciones diarias.

 Preguntas de comprensión lectora:

 1. ¿Por qué no querían jugar nunca Cati y Link con su amiga Cascabel?

2. ¿Por qué se pusieron más gordas las ardillas Cati y Link?

3. ¿Qué animal sorprendió a Cati y Link mientras miraban el móvil?

4. ¿Qué lección nos deja la lectura?

 

Martes 13-04-2021

 Lectura: “Waldo, el lagarto con zapatos”

 


 Waldo, como todos los lagartos, andaba siempre descalzo; pero su mayor ilusión era poder tener unos zapatos.

Mamá lagarta le decía:

- Waldo, los lagartos no llevan zapatos.

Como Waldo insistía una y otra vez durante mucho tiempo, su madre  fue a comprarle dos pares de bonitos zapatos rojos con cordones  y se los regaló por su cumpleaños.

Waldo se los puso de inmediato y empezó a saltar de alegría como un loco.

Entusiasmado, salió a pasear sin dejar de presumir ante los animales del bosque y sin dejar de mirar su bonito regalo de cumpleaños. Tan distraído iba que se enganchó con el cordón de uno de sus zapatos en unos arbustos y cayó rodando por una cuesta golpeándose la cabeza.

- ¡Ay, ay, ay! - gritó, dolorido.

Su madre acudió enseguida al escuchar sus lamentos.  Lo consoló, le curó la herida y le dijo que llevar zapatos no tenía que ser nada fácil para un lagarto.

Al otro día, muy ilusionado, de nuevo se calzó los zapatos y decidió jugar en la arena. Al rato tenía los zapatos llenos de tierra  y le pesaban tanto  las patitas que no podía andar.

- ¡Ay, ay, ay! - gritó atrapado sin poder moverse.

Su madre, siempre atenta, oyó sus gritos y rápidamente corrió en su ayuda. Le quitó los zapatos, le limpió los pies y sacudió la arena de sus zapatos. Luego se los puso de nuevo, recordándole que llevar zapatos no tenía que ser nada fácil para un lagarto.

Al día siguiente Waldo se puso los zapatos, esta vez recordando las palabras de su madre, y salió con sus amigas lagartijas a jugar. Escalaron paredes y árboles, buscaron escondrijos entre las piedras y comprobó, que no era nada fácil jugar con zapatos.

Al final de la tarde, todos juntos, fueron a refrescarse a un pequeño lago de un bosque cercano.

Cuando Waldo saltó a la charca sus zapatos empezaron a llenarse de agua y se fue hundiendo poco a poco.

- ¡Socorro!, ¡socorro! - gritó, muy asustado.

Entre todos sus amigos, con gran esfuerzo, lograron sacarlo del agua. Ese día Waldo descubrió tres cosas: que su madre casi siempre tenía razón, que tenía unos grandes amigos y que algunas veces nos empeñamos en tener cosas que no nos sirven para nada.

 Preguntas de comprensión lectora

 1. ¿Qué es lo que quería tener Waldo?

2. ¿Por qué le dijo su madre que no era muy buena idea?

3. ¿Tuvo Waldo algún problema con los zapatos?

4. ¿Qué pensó Waldo al final del día?

 

 Miércoles 14-04-2021

Lectura: "Carlitos se va a vivir al mundo virtual"

 

Carlitos era un niño al que siempre le había gustado jugar al fútbol con sus amigos. Incluso, cuando los mayores no le vigilaban, se atrevía a subirse a los árboles. Siempre estaba corriendo de un lado a otro y cuando no sacaba la bicicleta para dar una vuelta era porque ese día había elegido el patinete.

Sin embargo, al cumplir seis años las cosas empezaron a cambiar: descubrió la tecnología. Si al principio solo usaba Internet para ver acrobacias con patines, poco a poco cada vez lo usaba más. Ahora desayunaba viendo vídeos en la tablet, en el colegio siempre le regañaban por estar con el móvil sin prestar atención a la profesora y las tardes las pasaba encerrado en casa jugando a videojuegos.

Carlitos había cambiado la vida real por una vida virtual, donde él ya no era el auténtico protagonista. Poco a poco fue perdiendo amigos. Incluso, su aspecto, que siempre había sido atlético, cambió.

Sus padres le regañaban y le pedían que saliera a la calle a jugar, que necesitaba que le diera el sol. Sin embargo Carlitos no les obedecía ni les entendía, ya que para él todo el mundo interesante y divertido estaba en Internet.

Fue así como cada día Carlitos descubría una cosa nueva en su cuerpo. Ahora le picaban los ojos y siempre le andaban lagrimeando. También empezó a tener problemas de rodillas y tobillos y apenas conseguía tenerse en pie. A él, esto no le importaba ya que creía que se estaba convirtiendo en un mutante parecido al de sus videojuegos.

Sin embargo, un apagón general en toda la ciudad fue la vuelta a la realidad de Carlitos. Al principio se enfadó mucho por no poder conectarse a Internet, pero según pasaban las horas empezó recordar la sensación del aire en su cara, la euforia de marcar un gol o las risas que compartía con sus amigos.

Fue entonces cuando escuchó una voz que venía de la cocina. No la reconocía muy bien pero pensó que sería de su madre. Y al pensar en ella, entendió que había pasado tantas horas frente al ordenador que ya no recordaba la cara de su mamá. Eso sí que le puso muy triste. Y empezó a llorar tanto que estuvo más de dos días llorando. Pero cuando consiguió volver a abrir los ojos descubrió que estaba en los brazos de su mamá, quien no paraba de besarle y limpiarle las lágrimas.

Desde entonces solo dedicó un rato corto al día a jugar con sus aparatos tecnológicos porque ahora para Carlitos era más importante ir al parque de la mano de su mamá.

Preguntas de comprensión Lectora

1. ¿Por qué Carlitos dejó de jugar al fútbol con sus amigos a pesar de que le gustaba mucho?

2. ¿Por qué le empezaron a picar los ojos a menudo a Carlitos? ¿Qué otras cosas le pasaron en el cuerpo?

3. ¿Qué hizo que el niño se diera cuenta de que tenía que dejar las pantallas?

4. ¿Qué le hizo llorar tanto a Carlitos?

5. ¿Crees que tú te pareces en algo al niño protagonista de este cuento? ¿Qué es mejor, el mundo virtual o el real?

6. ¿Qué cosas dejas de disfrutar cuando te pasas la tarde entera con la Tablet?

  Jueves 15-04-2021

Lectura: “Raimundo el avariento”

 


 Todo el que lo conocía, lo sabía; por eso era conocido como Raimundo el avariento.

Ese día salió como todos los días muy temprano de casa y mirando distraído al suelo encontró un anillo dorado con brillantes. 'Debe valer una fortuna', dijo en alto, frotándose las manos.

- Perdone, buen hombre, ¿no habrá encontrado un anillo por casualidad? - le preguntó un joven cuando apenas había andado diez pasos.

Raimundo escondió rápidamente el anillo en el bolsillo.

- No; no he visto nada. ¿Tenía mucho valor? - preguntó a su vez.

El joven contestó enseguida muy compungido.

- Lo he perdido de camino a casa.

- ¿Pero tiene mucho valor? - insistió Raimundo, acariciando el anillo con los dedos dentro de su bolsillo.

- Es de oro y brillantes, es una joya única, pero para mí, más que el valor económico tiene un gran valor sentimental: era la alianza de mi madre - contestó el muchacho.

Raimundo se despidió deseándole suerte y se marchó a su casa corriendo.

Cuando entró a su dormitorio sacó el anillo y lo miró codiciosamente. Intentó ponérselo, pero era demasiado pequeño para sus dedos. Se acostó y poniendo la alianza bajo su almohada se quedó dormido.

A medianoche tuvo un sueño muy extraño, se despertó muy alterado y enseguida miró bajo su almohada; la alianza seguía allí.

Al día siguiente, al salir a la calle pensó llevar el anillo con él pero cambió de opinión por el temor a perderlo. Lo dejó bajo su almohada, y asegurándose de cerrar bien la puerta de casa salió a hacer unas compras.

- ¡Disculpe! Ayer perdí una alianza por esta zona, ¿no la habrá visto? - le preguntó el mismo joven del día anterior.

- ¡Ya le dije ayer que no! - contestó molesto.

El muchacho le pidió disculpas y siguió buscando.

Raimundo sin poder dejar de pensar en la alianza, y ante la posibilidad de que alguien fuera a robarle regresó nervioso a la casa sin llegar a hacer las compras.

Entró al dormitorio, levantó la almohada y comprobó aliviado que el anillo seguía estando allí.

Pasó todo el día dentro de la casa acariciando el anillo entre sus dedos; no podía dejar de hacerlo.

A la mañana siguiente, se le ocurrió coser un doble bolsillo en la entretela del interior de la chaqueta y lo escondió dentro.

Por el camino volvió a ver al joven buscando el anillo por el suelo; esta vez le reconoció y no le preguntó.

Raimundo siguió su camino y empezó a encontrarse muy cansado; era como si llevara un gran saco de tierra a cuestas, y entonces se dio cuenta: ¡era el anillo lo que pesaba tanto! De vuelta a casa volvió a ver al joven que seguía buscando y preguntando por su alianza por todos lados.

Cuando llegó entró en el dormitorio y volvió a colocar el anillo bajo su almohada. Así pasaron varios días. Durante la noche tenía sueños muy extraños que no lo dejaban descansar; durante el día llevaba el anillo en el bolsillo de la chaqueta y llegaba a casa extenuado por el peso; además todas las mañanas se encontraba con el joven que seguía buscando la alianza de su madre.

Mientras, Raimundo iba adelgazando ostentosamente y ya tenía grandes ojeras. Al séptimo día tuvo un sueño tan extraño y agitado que saltó de la cama y salió del dormitorio sin coger el anillo; al instante empezó a sentirse mejor.

 Al entrar de nuevo en la habitación empezó a sentirse nervioso y a darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Entró al dormitorio, cogió el anillo, lo puso en el bolsillo de la chaqueta y salió a la calle; ya casi no podía andar de lo que le pesaba.

Cuando llegó al lugar donde lo halló, lo dejó en el suelo y se alejó rápidamente.

- ¡Lo encontré, lo encontré! - escuchó las jubilosas voces del joven.

Sin importarle haber perdido una joya tan valiosa, de regreso a casa Raimundo sonrió; la tranquilidad había vuelto a su vida.

 Preguntas de comprensión Lectora

 1. ¿Qué se encontró Raimundo en el suelo?

2. ¿Qué hizo con el anillo?

3. ¿Era valiosa esta joya?

4. ¿Qué le ocurrió poco a poco?

5. ¿Qué es para ti la avaricia?

6. ¿Qué habrías hecho si te hubieras encontrado tú un anillo en el suelo?


Viernes 16-04-2021

Lectura: “El paraguas de Beltrán”

 


Colgaba de una viga de madera, en el interior de un viejo establo abandonado. Sorprendentemente, a pesar del tiempo transcurrido estaba muy bien conservado. Era un paraguas antiguo, corriente, negro, con bastón y puño de madera. Estaba lleno de polvo y llevaba muchos años, sin que nadie lo hubiera abierto.

Un día, Adelina y su padre pasaron por allí, y el paraguas colgado llamó la atención de la niña.

— ¿De quién será ese paraguas — dijo Adelina, tirando de la mano de su padre hacia allí.

— ¿Por qué está tan sucio? — dijo la niña.

— Papá, bájalo de ahí  — le rogó.

El padre, alzando el brazo cuanto pudo, no sin esfuerzo, agarró la parte inferior del paraguas y lo descolgó.

Padre e hija lo miraron curiosos.

— Este paraguas es de al menos cien años  — dijo el padre en voz alta.

— ¡Ábrelo papá! — dijo la niña.

— ¿No sabes que da mala suerte abrir los paraguas bajo techado? — dijo el padre, divertido.

El hombre abrió el paraguas con delicadeza y, entre la polvareda que se levantó, cayó un papel al suelo.

Adelina fue a recogerlo rápidamente.

 — ¡Mira papá! ¡Es una carta! — dijo la niña mientras desdoblaba cuidadosamente la hoja y, empezó a leer:

Este paraguas es de Beltrán, el carpintero de este pueblo. Si alguien lo quiere, suyo es; siempre que se comprometa a cuidarlo y usarlo en los días de lluvia.

— Beltrán…ummmm — dijo el padre, pensativo. Nunca he oído ese nombre.

— ¿Nos lo llevamos? Papá, por favor?  — le rogó Adelina. 

— Es una gran responsabilidad; si nos lo llevamos a casa sabes a lo que te comprometes  — contestó su padre.

— Sí, sí, lo sé. Lo cuidaré, no temas.

Y así fue como el paraguas de Beltrán, colgado en una viga de un viejo establo, pasó al paragüero de una niña que siempre cumplió su promesa y la mantuvo durante toda su vida, dejándolo de herencia a quien, como ella, lo cuidara y diera uso en los días de lluvia.

 Preguntas de comprensión lectora

1- ¿Con quién paseaba Adelina?

2- ¿Qué encontraron en un establo?

3- ¿Qué había dentro del paraguas?

4- ¿Qué decía la nota?

5- ¿Se quedó Adelina con el paraguas?

6- ¿Qué has aprendido de este cuento?

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