Feliz Inicio de semana, comenzando el tercer momento con mucho entusiasmo y llenos de expectativas para lograr el termino de este año escolar con éxito.
Comprensión Lectora Semana del 12-04-2021 al
16-04-2021
Lectura
del Estudiante, respetando los signos de puntuación y entonación. Luego en su
cuaderno, contestará las actividades de comprensión lectora.
Lunes 12-04-2021
Lectura: “Las ardillas
y el móvil”
¿Venís a jugar? - preguntó la ardilla Cascabel a
sus amigos Cati y Link.
- No gracias, preferimos ver otro vídeo.
- ¡Os pasáis el día pegados a las pantallas!- les
recriminó la ardillita. Y Cascabel tenía razón: desde que Cati y Link
aprendieron a usar los móviles que se olvidaban los excursionistas, ya no
hacían otra cosa que navegar por internet. Poco a poco, iban perdiendo
habilidades y como comían muchas avellanas y apenas se movían, cada vez estaban
más gordas.
Sólo Cascabel siguió trepando por las coníferas,
ensayando saltos y acrobacias y manteniéndose en forma.
Un día, mientras Cati y Link estaban mirando el
móvil apareció una serpiente negra y amarilla que se empezó a deslizar
sigilosamente cerca de ellos, sin que se dieran cuenta.
Cascabel, que veía la escena desde lo alto, avisó a
sus amigos con un grito: ¡cuidado!, pero ellos estaban tan torpes, que tardaban
mucho en moverse.
- ¡Oh no, los va a atacar!- exclamó Cascabel, y
bajó todo lo rápido que pudo para intentar distraer a la serpiente. El reptil
se fijó en ella y empezó a perseguirla, así Cati y Link pudieron ponerse a
salvo.
Cuando Cascabel hubo alejado a la serpiente muy
lejos del bosque, volvió junto a sus amigos.
- ¡Qué susto tan grande!- dijeron Cati y Link al
unísono- ¡Si no llegas a intervenir nos habría atacado! ¡Y todo por estar
jugando con el teléfono!
Las ardillas aprendieron esta lección: Que no te
distraigan las pantallas de tus obligaciones diarias.
Preguntas de comprensión lectora:
1. ¿Por qué no querían jugar nunca Cati y Link con su amiga Cascabel?
2. ¿Por qué se pusieron más gordas las ardillas
Cati y Link?
3. ¿Qué animal sorprendió a Cati y Link mientras
miraban el móvil?
4. ¿Qué lección nos deja la lectura?
Martes 13-04-2021
Lectura: “Waldo, el lagarto con zapatos”
Waldo, como todos los lagartos, andaba siempre descalzo; pero su mayor ilusión era poder tener unos zapatos.
Mamá lagarta le decía:
- Waldo, los lagartos no llevan zapatos.
Como Waldo insistía una y otra vez
durante mucho tiempo, su madre fue a
comprarle dos pares de bonitos zapatos rojos con cordones y se los regaló por su cumpleaños.
Waldo se los puso de inmediato y empezó
a saltar de alegría como un loco.
Entusiasmado, salió a pasear sin dejar
de presumir ante los animales del bosque y sin dejar de mirar su bonito regalo
de cumpleaños. Tan distraído iba que se enganchó con el cordón de uno de sus
zapatos en unos arbustos y cayó rodando por una cuesta golpeándose la cabeza.
- ¡Ay, ay, ay! - gritó, dolorido.
Su madre acudió enseguida al escuchar
sus lamentos. Lo consoló, le curó la
herida y le dijo que llevar zapatos no tenía que ser nada fácil para un
lagarto.
Al otro día, muy ilusionado, de nuevo se
calzó los zapatos y decidió jugar en la arena. Al rato tenía los zapatos llenos
de tierra y le pesaban tanto las patitas que no podía andar.
- ¡Ay, ay, ay! - gritó atrapado sin
poder moverse.
Su madre, siempre atenta, oyó sus gritos
y rápidamente corrió en su ayuda. Le quitó los zapatos, le limpió los pies y
sacudió la arena de sus zapatos. Luego se los puso de nuevo, recordándole que
llevar zapatos no tenía que ser nada fácil para un lagarto.
Al día siguiente Waldo se puso los
zapatos, esta vez recordando las palabras de su madre, y salió con sus amigas
lagartijas a jugar. Escalaron paredes y árboles, buscaron escondrijos entre las
piedras y comprobó, que no era nada fácil jugar con zapatos.
Al final de la tarde, todos juntos,
fueron a refrescarse a un pequeño lago de un bosque cercano.
Cuando Waldo saltó a la charca sus
zapatos empezaron a llenarse de agua y se fue hundiendo poco a poco.
- ¡Socorro!, ¡socorro! - gritó, muy
asustado.
Entre todos sus amigos, con gran
esfuerzo, lograron sacarlo del agua. Ese día Waldo descubrió tres cosas: que su
madre casi siempre tenía razón, que tenía unos grandes amigos y que algunas
veces nos empeñamos en tener cosas que no nos sirven para nada.
Preguntas de comprensión lectora
1. ¿Qué es lo que quería tener Waldo?
2. ¿Por qué le dijo su madre que no era
muy buena idea?
3. ¿Tuvo Waldo algún problema con los
zapatos?
4. ¿Qué pensó Waldo al final del día?
Miércoles 14-04-2021
Lectura: "Carlitos
se va a vivir al mundo virtual"
Carlitos era un niño al que siempre le había gustado jugar al fútbol con sus amigos. Incluso, cuando los mayores no le vigilaban, se atrevía a subirse a los árboles. Siempre estaba corriendo de un lado a otro y cuando no sacaba la bicicleta para dar una vuelta era porque ese día había elegido el patinete.
Sin embargo, al cumplir seis años las
cosas empezaron a cambiar: descubrió la tecnología. Si al principio solo usaba
Internet para ver acrobacias con patines, poco a poco cada vez lo usaba más.
Ahora desayunaba viendo vídeos en la tablet, en el colegio siempre le regañaban
por estar con el móvil sin prestar atención a la profesora y las tardes las
pasaba encerrado en casa jugando a videojuegos.
Carlitos había cambiado la vida real por
una vida virtual, donde él ya no era el auténtico protagonista. Poco a poco fue
perdiendo amigos. Incluso, su aspecto, que siempre había sido atlético, cambió.
Sus padres le regañaban y le pedían que
saliera a la calle a jugar, que necesitaba que le diera el sol. Sin embargo
Carlitos no les obedecía ni les entendía, ya que para él todo el mundo
interesante y divertido estaba en Internet.
Fue así como cada día Carlitos descubría
una cosa nueva en su cuerpo. Ahora le picaban los ojos y siempre le andaban
lagrimeando. También empezó a tener problemas de rodillas y tobillos y apenas
conseguía tenerse en pie. A él, esto no le importaba ya que creía que se estaba
convirtiendo en un mutante parecido al de sus videojuegos.
Sin embargo, un apagón general en toda
la ciudad fue la vuelta a la realidad de Carlitos. Al principio se enfadó mucho
por no poder conectarse a Internet, pero según pasaban las horas empezó
recordar la sensación del aire en su cara, la euforia de marcar un gol o las
risas que compartía con sus amigos.
Fue entonces cuando escuchó una voz que venía de la cocina. No la reconocía muy bien pero pensó que sería de su madre. Y al pensar en ella, entendió que había pasado tantas horas frente al ordenador que ya no recordaba la cara de su mamá. Eso sí que le puso muy triste. Y empezó a llorar tanto que estuvo más de dos días llorando. Pero cuando consiguió volver a abrir los ojos descubrió que estaba en los brazos de su mamá, quien no paraba de besarle y limpiarle las lágrimas.
Desde entonces solo dedicó un rato corto
al día a jugar con sus aparatos tecnológicos porque ahora para Carlitos era más
importante ir al parque de la mano de su mamá.
Preguntas de comprensión Lectora
1. ¿Por qué Carlitos dejó de jugar al fútbol con sus amigos a pesar de que le gustaba mucho?
2. ¿Por qué le empezaron a picar los
ojos a menudo a Carlitos? ¿Qué otras cosas le pasaron en el cuerpo?
3. ¿Qué hizo que el niño se diera cuenta
de que tenía que dejar las pantallas?
4. ¿Qué le hizo llorar tanto a Carlitos?
5. ¿Crees que tú te pareces en algo al
niño protagonista de este cuento? ¿Qué es mejor, el mundo virtual o el real?
6. ¿Qué cosas dejas de disfrutar cuando
te pasas la tarde entera con la Tablet?
Jueves 15-04-2021
Lectura:
“Raimundo el avariento”
Todo el que lo conocía, lo sabía; por eso era conocido como Raimundo el avariento.
Ese día salió como todos los días muy
temprano de casa y mirando distraído al suelo encontró un anillo dorado con
brillantes. 'Debe valer una fortuna', dijo en alto, frotándose las manos.
- Perdone, buen hombre, ¿no habrá
encontrado un anillo por casualidad? - le preguntó un joven cuando apenas había
andado diez pasos.
Raimundo escondió rápidamente el anillo
en el bolsillo.
- No; no he visto nada. ¿Tenía mucho
valor? - preguntó a su vez.
El joven contestó enseguida muy
compungido.
- Lo he perdido de camino a casa.
- ¿Pero tiene mucho valor? - insistió
Raimundo, acariciando el anillo con los dedos dentro de su bolsillo.
- Es de oro y brillantes, es una joya
única, pero para mí, más que el valor económico tiene un gran valor
sentimental: era la alianza de mi madre - contestó el muchacho.
Raimundo se despidió deseándole suerte y
se marchó a su casa corriendo.
Cuando entró a su dormitorio sacó el
anillo y lo miró codiciosamente. Intentó ponérselo, pero era demasiado pequeño
para sus dedos. Se acostó y poniendo la alianza bajo su almohada se quedó
dormido.
A medianoche tuvo un sueño muy extraño,
se despertó muy alterado y enseguida miró bajo su almohada; la alianza seguía
allí.
Al día siguiente, al salir a la calle
pensó llevar el anillo con él pero cambió de opinión por el temor a perderlo.
Lo dejó bajo su almohada, y asegurándose de cerrar bien la puerta de casa salió
a hacer unas compras.
- ¡Disculpe! Ayer perdí una alianza por
esta zona, ¿no la habrá visto? - le preguntó el mismo joven del día anterior.
- ¡Ya le dije ayer que no! - contestó
molesto.
El muchacho le pidió disculpas y siguió
buscando.
Raimundo sin poder dejar de pensar en la
alianza, y ante la posibilidad de que alguien fuera a robarle regresó nervioso
a la casa sin llegar a hacer las compras.
Entró al dormitorio, levantó la almohada
y comprobó aliviado que el anillo seguía estando allí.
Pasó todo el día dentro de la casa
acariciando el anillo entre sus dedos; no podía dejar de hacerlo.
A la mañana siguiente, se le ocurrió
coser un doble bolsillo en la entretela del interior de la chaqueta y lo
escondió dentro.
Por el camino volvió a ver al joven buscando
el anillo por el suelo; esta vez le reconoció y no le preguntó.
Raimundo siguió su camino y empezó a
encontrarse muy cansado; era como si llevara un gran saco de tierra a cuestas,
y entonces se dio cuenta: ¡era el anillo lo que pesaba tanto! De vuelta a casa
volvió a ver al joven que seguía buscando y preguntando por su alianza por
todos lados.
Cuando llegó entró en el dormitorio y
volvió a colocar el anillo bajo su almohada. Así pasaron varios días. Durante
la noche tenía sueños muy extraños que no lo dejaban descansar; durante el día
llevaba el anillo en el bolsillo de la chaqueta y llegaba a casa extenuado por
el peso; además todas las mañanas se encontraba con el joven que seguía
buscando la alianza de su madre.
Mientras, Raimundo iba adelgazando
ostentosamente y ya tenía grandes ojeras. Al séptimo día tuvo un sueño tan
extraño y agitado que saltó de la cama y salió del dormitorio sin coger el
anillo; al instante empezó a sentirse mejor.
Al entrar de nuevo en la habitación empezó a sentirse nervioso y a darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Entró al dormitorio, cogió el anillo, lo puso en el bolsillo de la chaqueta y salió a la calle; ya casi no podía andar de lo que le pesaba.
Cuando llegó al lugar donde lo halló, lo
dejó en el suelo y se alejó rápidamente.
- ¡Lo encontré, lo encontré! - escuchó
las jubilosas voces del joven.
Sin importarle haber perdido una joya
tan valiosa, de regreso a casa Raimundo sonrió; la tranquilidad había vuelto a
su vida.
Preguntas de comprensión Lectora
1. ¿Qué se encontró Raimundo en el suelo?
2. ¿Qué hizo con el anillo?
3. ¿Era valiosa esta joya?
4. ¿Qué le ocurrió poco a poco?
5. ¿Qué es para ti la avaricia?
6. ¿Qué habrías hecho si te hubieras
encontrado tú un anillo en el suelo?
Viernes
16-04-2021
Lectura:
“El paraguas de Beltrán”
Colgaba de una viga de madera, en el interior de un viejo establo abandonado. Sorprendentemente, a pesar del tiempo transcurrido estaba muy bien conservado. Era un paraguas antiguo, corriente, negro, con bastón y puño de madera. Estaba lleno de polvo y llevaba muchos años, sin que nadie lo hubiera abierto.
Un
día, Adelina y su padre pasaron por allí, y el paraguas colgado llamó la
atención de la niña.
—
¿De quién será ese paraguas — dijo Adelina, tirando de la mano de su padre
hacia allí.
—
¿Por qué está tan sucio? — dijo la niña.
—
Papá, bájalo de ahí — le rogó.
El
padre, alzando el brazo cuanto pudo, no sin esfuerzo, agarró la parte inferior
del paraguas y lo descolgó.
Padre
e hija lo miraron curiosos.
—
Este paraguas es de al menos cien años —
dijo el padre en voz alta.
—
¡Ábrelo papá! — dijo la niña.
—
¿No sabes que da mala suerte abrir los paraguas bajo techado? — dijo el padre,
divertido.
El
hombre abrió el paraguas con delicadeza y, entre la polvareda que se levantó,
cayó un papel al suelo.
Adelina
fue a recogerlo rápidamente.
— ¡Mira papá! ¡Es una carta! — dijo la niña mientras desdoblaba cuidadosamente la hoja y, empezó a leer:
Este
paraguas es de Beltrán, el carpintero de este pueblo. Si alguien lo quiere,
suyo es; siempre que se comprometa a cuidarlo y usarlo en los días de lluvia.
—
Beltrán…ummmm — dijo el padre, pensativo. Nunca he oído ese nombre.
—
¿Nos lo llevamos? Papá, por favor? — le
rogó Adelina.
—
Es una gran responsabilidad; si nos lo llevamos a casa sabes a lo que te comprometes — contestó su padre.
—
Sí, sí, lo sé. Lo cuidaré, no temas.
Y
así fue como el paraguas de Beltrán, colgado en una viga de un viejo establo,
pasó al paragüero de una niña que siempre cumplió su promesa y la mantuvo
durante toda su vida, dejándolo de herencia a quien, como ella, lo cuidara y
diera uso en los días de lluvia.
Preguntas de comprensión lectora
1- ¿Con quién paseaba Adelina?
2-
¿Qué encontraron en un establo?
3-
¿Qué había dentro del paraguas?
4-
¿Qué decía la nota?
5-
¿Se quedó Adelina con el paraguas?
6-
¿Qué has aprendido de este cuento?
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